La piel es un órgano maravilloso, se extiende por la superficie de nuestro cuerpo, rodeándonos por completo y continuándose con las mucosas internas. No se limita a ser una simple barrera, que separa nuestro organismo del medio. Sus funciones son defensivas, sensoriales, reguladoras, depurativas, estructurales y nutritivas.
Tiene la capacidad de defendernos de agentes nocivos externos. Nos protege de golpes, radiaciones, temperaturas extremas, sustancias tóxicas o cáusticas y organismos potencialmente patógenos ( que podrían producir enfermedades en determinadas condiciones).
A nivel sensorial, posee terminaciones y conexiones que nos permiten recibir información del ambiente. Es sensible al tacto, a la presión, a la temperatura y al dolor. Estos receptores nerviosos son más abundantes en el rostro, en las manos y los pies.
Regula la temperatura corporal, gracias a un mecanismo de dilatación y contracción de sus capilares sanguíneos.
A nivel estructural, genera soporte a las membranas que recubren los músculos (fascias).
A través de la transpiración interviene en la regulación de agua y minerales, también depura el organismo eliminando sustancias que ya no le sirven.
Participa en la formación de vitamina D. Capta radiaciones ultravioletas que utiliza para transformar de sustancias precursoras. Se estima que hasta el 90% de esta vitamina puede ser sintetizada por esta vía.
La piel tiene capacidad de absorber, y es por esto que la vía tópica, es considerada terapéutica.
Las sustancias que extendemos sobre ella, pueden beneficiar y potenciar sus funciones, o perjudicar su trabajo, ocluyendo e intoxicando el organismo.
Es inteligente por nuestra parte, utilizar la capacidad de absorción a nuestro favor , usando productos que actúen específicamente en aquella función corporal que queramos activar.
Cuidar y mantener saludable la piel es beneficicioso para todo el organismo.
La piel también interviene en la comunicación social, tanto por la capacidad sensorial del tacto, como por la percepción de su aspecto a través de la vista. Se podría decir que su aspecto es un reflejo de nuestro estado interno (físico, mental, emocional), y esto es percibido por las personas que nos rodean.
Se suelen utilizar productos que enmascaran el aspecto de la piel con el fin de controlar el mensaje que se emiten.
Muchas veces se tapa un problema cutáneo (acné, escema, etc), con productos cosméticos, que agraban dicho problema.
Elegir un cosmético es una tarea que requiere conocer nuestras necesidades.
Además los cosméticos contienen un olor característico derivado de los propios componentes y/o de los perfumes agregados. Estos aromas no trabajan por vía tópica, si lo hacen por vía olfativa, estimulando zonas de nuestro sistema límbico, generando y recreando, estados mentales, emocionales y físicos concretos. Saber utilizarlos es un arte y es lo que se conoce como Aromaterapia. Por lo tanto tendremos que tomar esto en cuenta, al elijir lo que colocamos sobre nuestra piel, para que la sinergia de las dos vías sea efectiva, y produzca los resultados deseados.
Tiene la capacidad de defendernos de agentes nocivos externos. Nos protege de golpes, radiaciones, temperaturas extremas, sustancias tóxicas o cáusticas y organismos potencialmente patógenos ( que podrían producir enfermedades en determinadas condiciones).
A nivel sensorial, posee terminaciones y conexiones que nos permiten recibir información del ambiente. Es sensible al tacto, a la presión, a la temperatura y al dolor. Estos receptores nerviosos son más abundantes en el rostro, en las manos y los pies.
Regula la temperatura corporal, gracias a un mecanismo de dilatación y contracción de sus capilares sanguíneos.
A nivel estructural, genera soporte a las membranas que recubren los músculos (fascias).
A través de la transpiración interviene en la regulación de agua y minerales, también depura el organismo eliminando sustancias que ya no le sirven.
Participa en la formación de vitamina D. Capta radiaciones ultravioletas que utiliza para transformar de sustancias precursoras. Se estima que hasta el 90% de esta vitamina puede ser sintetizada por esta vía.
La piel tiene capacidad de absorber, y es por esto que la vía tópica, es considerada terapéutica.
Las sustancias que extendemos sobre ella, pueden beneficiar y potenciar sus funciones, o perjudicar su trabajo, ocluyendo e intoxicando el organismo.
Es inteligente por nuestra parte, utilizar la capacidad de absorción a nuestro favor , usando productos que actúen específicamente en aquella función corporal que queramos activar.
Cuidar y mantener saludable la piel es beneficicioso para todo el organismo.
La piel también interviene en la comunicación social, tanto por la capacidad sensorial del tacto, como por la percepción de su aspecto a través de la vista. Se podría decir que su aspecto es un reflejo de nuestro estado interno (físico, mental, emocional), y esto es percibido por las personas que nos rodean.
Se suelen utilizar productos que enmascaran el aspecto de la piel con el fin de controlar el mensaje que se emiten.
Muchas veces se tapa un problema cutáneo (acné, escema, etc), con productos cosméticos, que agraban dicho problema.
Elegir un cosmético es una tarea que requiere conocer nuestras necesidades.
Además los cosméticos contienen un olor característico derivado de los propios componentes y/o de los perfumes agregados. Estos aromas no trabajan por vía tópica, si lo hacen por vía olfativa, estimulando zonas de nuestro sistema límbico, generando y recreando, estados mentales, emocionales y físicos concretos. Saber utilizarlos es un arte y es lo que se conoce como Aromaterapia. Por lo tanto tendremos que tomar esto en cuenta, al elijir lo que colocamos sobre nuestra piel, para que la sinergia de las dos vías sea efectiva, y produzca los resultados deseados.